Lo que sucede es que aún no lo sabe.
Están esperando la novedad que vas a presentar, esa novedad que no se esperan. Están esperando la conexión que les ofrecerás.
Al hablar de cultura organizacional nos encontramos con la pregunta ¿qué tipo de prácticas o comportamientos son los que conviene preservar en la empresa? La respuesta tiene que ver con los valores que la mueven e impulsan.
Si la empresa es consciente que sus valores angulares son la honestidad y la transparencia, debe fomentar una cultura de no tolerancia a mentiras o fraudes; si son la responsabilidad y sustentabilidad social, deberá implementar prácticas tanto internas como externas de una cultura que cuide el medio ambiente.
Es competencia de los directivos el saber motivar correctamente a cada uno de sus dirigidos; esta motivación puede ser de dos tipos: a) Extrínseca y b) Intrínseca.
Cuando un jefe recurre a motivadores meramente extrínsecos, como pueden ser bonos, permisos para salidas de vacaciones, aumento del sueldo, etc., lo que estará fomentando en él es la búsqueda de estímulo material para sacar adelante su trabajo. Ello tiene el riesgo de caer en una relación de reacción al estímulo, y se perderán las ganas de trabajar por un propósito mayor que conecte con los valores de la empresa. Con esto no queremos decir que los premios al buen desempeño sean negativos, pero no pueden ser los únicos recursos que motiven a los empleados.
La motivación intrínseca implica, en cambio, lograr que el empleado entre en contacto y conecte con los valores y lo que significa para él estar trabajando en dicha empresa. Es sumergirse un poco más en la profundidad de ver el propio trabajo como un medio de desarrollo personal y de crecimiento.